Motorhead - Ace of Spades
Mad Max
jueves, noviembre 16
Mano vacía
Amanecía, en el alma de él moría
la última lágrima de despedida
y ahora, lejos ella está perdida
la esperanza, el sueño, la alegría.
Anochecía, su espíritu lo sabía
los primeros lamentos comenzaban
y los fantasmas danzando lo llamaban
ellos, sangre bañada en algarabías
Cuerpo, rostro, memoria, palabras
que su hermosa amada prometía
llegaba él a una luna tardía
hechizo de junio, músicas macabras.
Pasión, vigilia, sangre, olvido
lo poco que tuve se ha ido.
XES
Guadalajara 16, 2006
la última lágrima de despedida
y ahora, lejos ella está perdida
la esperanza, el sueño, la alegría.
Anochecía, su espíritu lo sabía
los primeros lamentos comenzaban
y los fantasmas danzando lo llamaban
ellos, sangre bañada en algarabías
Cuerpo, rostro, memoria, palabras
que su hermosa amada prometía
llegaba él a una luna tardía
hechizo de junio, músicas macabras.
Pasión, vigilia, sangre, olvido
lo poco que tuve se ha ido.
XES
Guadalajara 16, 2006
El don
En una página de Plinio se lee
que en todo el orbe no hay dos caras iguales.
Una mujer le dio a un ciego la imagen
de su rostro, sin duda único.
Eligió la fotografía entre muchas;
descartó y acertó.
El acto fue significativo para ella
y también lo es para él.
Ella sabía que él no podía ver el regalo
y sabía que era un regalo.
Un invisible don es un hecho mágico.
Dar a un ciego una imagen
es dar algo tan tenue que bien puede ser infinito,
es dar algo tan vago que puede ser el universo.
La inútil mano toca y no reconoce
la inalcanzable cara
En revista “Maldoror”, Montevideo, Nº 20, 1985.
Y publicado en Jorge Luis Borges, “Textos recobrados (1956-1985)”, Buenos Aires, Emecé Editores, 2003
que en todo el orbe no hay dos caras iguales.
Una mujer le dio a un ciego la imagen
de su rostro, sin duda único.
Eligió la fotografía entre muchas;
descartó y acertó.
El acto fue significativo para ella
y también lo es para él.
Ella sabía que él no podía ver el regalo
y sabía que era un regalo.
Un invisible don es un hecho mágico.
Dar a un ciego una imagen
es dar algo tan tenue que bien puede ser infinito,
es dar algo tan vago que puede ser el universo.
La inútil mano toca y no reconoce
la inalcanzable cara
En revista “Maldoror”, Montevideo, Nº 20, 1985.
Y publicado en Jorge Luis Borges, “Textos recobrados (1956-1985)”, Buenos Aires, Emecé Editores, 2003
martes, noviembre 14
Un animal soñado por Kafka
Es un animal con una gran cola, de muchos metros de largo, parecida a la del zorro. A veces me gustaría tener su cola en la mano, pero es imposible; el animal está siempre en movimiento; la cola siempre de un lado para otro. El animal tiene algo de canguro, pero la cabeza chica y oval no es característica y tiene algo de humana; sólo los dientes tienen fuerza expresiva, ya los oculte o los muestre. Suelo tener la impresión de que el animal quiere amaestrarme; si no, qué propósito puede tener retirarme la cola cuando quiero agarrarla, y luego esperar tranquilamente que ésta vuelva a traerme, y luego volver a saltar.
FRANZ KAFKA
Hochzeitsvorbereitungen auf dem Lande, 1953
FRANZ KAFKA
Hochzeitsvorbereitungen auf dem Lande, 1953
lunes, noviembre 13
Coutelle
Anduvieron la calle en declive. Todo era declive azul. Todo ascendía.
El arbolillo boqueaba verde entre los pedazos de cerámica. Se hubiera dicho una estatua en abandono. Ella se había puesto en pie para restaurar la traza de su túnica. Ella no sabía restaurar la traza de su túnica. Vio su costado y las heridas. La túnica en el suelo y aún el suelo bajo de sí. Hubiera entonado algo que no fuera un gemido, como para honrar los azares de dios. Erguida, sabía que estaba cayendo y el piso se le antojó un pantano. Los dedos buscaron las paredes pero era un pozo huidizo, y ese dolor como única constancia.
No había sombras sobre el muro ni pudo escribir su nombre. Sólo el lado azul le dio una clave, una risa de chacal o de Sísifo, el llamado salvador que no entendía. Una mancha.
Había un espejo. Hay un espejo, Coutelle.
Patricia Damiano
El arbolillo boqueaba verde entre los pedazos de cerámica. Se hubiera dicho una estatua en abandono. Ella se había puesto en pie para restaurar la traza de su túnica. Ella no sabía restaurar la traza de su túnica. Vio su costado y las heridas. La túnica en el suelo y aún el suelo bajo de sí. Hubiera entonado algo que no fuera un gemido, como para honrar los azares de dios. Erguida, sabía que estaba cayendo y el piso se le antojó un pantano. Los dedos buscaron las paredes pero era un pozo huidizo, y ese dolor como única constancia.
No había sombras sobre el muro ni pudo escribir su nombre. Sólo el lado azul le dio una clave, una risa de chacal o de Sísifo, el llamado salvador que no entendía. Una mancha.
Había un espejo. Hay un espejo, Coutelle.
Patricia Damiano
Epitafios
Buen amigo, por Jesús, abstente
de cavar el polvo aquí encerrado.
Bendito el hombre que respete estas piedras,
y maldito el que remueva mis huesos.
Epitafio del dramaturgo William Shakespeare.
"¡Que no sea rechazado de vuestra puerta, dioses! ¡Que no la encuentre cerrada con cerrojo!¡Ojalá pueda contemplar a Tum, mi Padre, establecido en sus dominios del Cielo y de la Tierra!".
De la epitafia egipcia
Rosa, oh! pura contradicción, alegría de no ser
el sueño de nadie bajo tantos párpados.
Epitafio de rilke
Que Hades te conceda agua fresca, porque
perdiste la dulce flor de la juventud.
De la epitafia egipcia
«Sólo le pido a Dios que tenga piedad con el alma de este ateo».
En la tumba de Miguel de Unamuno
Entonces, ¿No era Whisky?
Monsierraspid
de cavar el polvo aquí encerrado.
Bendito el hombre que respete estas piedras,
y maldito el que remueva mis huesos.
Epitafio del dramaturgo William Shakespeare.
"¡Que no sea rechazado de vuestra puerta, dioses! ¡Que no la encuentre cerrada con cerrojo!¡Ojalá pueda contemplar a Tum, mi Padre, establecido en sus dominios del Cielo y de la Tierra!".
De la epitafia egipcia
Rosa, oh! pura contradicción, alegría de no ser
el sueño de nadie bajo tantos párpados.
Epitafio de rilke
Que Hades te conceda agua fresca, porque
perdiste la dulce flor de la juventud.
De la epitafia egipcia
«Sólo le pido a Dios que tenga piedad con el alma de este ateo».
En la tumba de Miguel de Unamuno
Entonces, ¿No era Whisky?
Monsierraspid
sábado, noviembre 4
Fin de Fantasia
Este cuerpo no volverá a empezar de nuevo. Al tocar las
cuencas de sus ojos,
uno nota que un montón de tierra está más vivo,
ya que, incluso al alba, la tierra no hace sino guardar
silencio en su interior.
Pero un cadáver es un resto de demasiados despertares.
No tenemos más que esta virtud: comenzar
cada día la vida -ante la tierra,
bajo un cielo que calla-, esperando un despertar.
Se asombra alguien de que el alba implique tanto esfuerzo;
de despertar en despertar, una labor ha sido efectuada.
Pero vivimos solamente para darnos en un estremecimiento
al trabajo futuro y despertar, de una vez, la tierra.
Y alguna vez ocurre. Después vuelve a callar con nosotros.
Si al rozar aquel rostro la mano no estuviese insegura
-viva mano que siente la vida si toca-,
si de veras aquel frío no fuese otra cosa que el frío
de la tierra, en el alba que hiela la tierra,
tal vez eso sería un despertar y las cosas que callan
bajo el alba dirían todavía palabras. Pero tiembla
mi mano y entre todas las cosas se asemeja
a la mano inmóvil.
Otras veces, despertarse al alba
era un dolor seco, un jirón de luz,
pero era asimismo una liberación. La avara palabra
de la tierra era alegre, en un rápido instante,
y morir era todavía regresar a ella. Ahora, el cuerpo que
espera
es un resto de demasiados despertares y no regresa a la tierra.
Ni siquiera lo dicen los labios endurecidos.
Cesare Pavese
cuencas de sus ojos,
uno nota que un montón de tierra está más vivo,
ya que, incluso al alba, la tierra no hace sino guardar
silencio en su interior.
Pero un cadáver es un resto de demasiados despertares.
No tenemos más que esta virtud: comenzar
cada día la vida -ante la tierra,
bajo un cielo que calla-, esperando un despertar.
Se asombra alguien de que el alba implique tanto esfuerzo;
de despertar en despertar, una labor ha sido efectuada.
Pero vivimos solamente para darnos en un estremecimiento
al trabajo futuro y despertar, de una vez, la tierra.
Y alguna vez ocurre. Después vuelve a callar con nosotros.
Si al rozar aquel rostro la mano no estuviese insegura
-viva mano que siente la vida si toca-,
si de veras aquel frío no fuese otra cosa que el frío
de la tierra, en el alba que hiela la tierra,
tal vez eso sería un despertar y las cosas que callan
bajo el alba dirían todavía palabras. Pero tiembla
mi mano y entre todas las cosas se asemeja
a la mano inmóvil.
Otras veces, despertarse al alba
era un dolor seco, un jirón de luz,
pero era asimismo una liberación. La avara palabra
de la tierra era alegre, en un rápido instante,
y morir era todavía regresar a ella. Ahora, el cuerpo que
espera
es un resto de demasiados despertares y no regresa a la tierra.
Ni siquiera lo dicen los labios endurecidos.
Cesare Pavese
domingo, octubre 29
Melancolía Otoñal
Por mí no se marchita un jardín.
No tengo ninguno.
Ninguna casa a través de la cual los vientos de octubre lloren.
No me duelen las oscuras nubes,
Porque sólo rara vez veo al cielo.
No apunto más a estrellas del cielo doradas.
Me consuela una pequeña lampara de gas.
A mí no me cambía ninguna suerte, desilusiona ninguna espera,
No me duele ningún otoño,
Por mí ningún jardín se marchita.
M. Kaleko
No tengo ninguno.
Ninguna casa a través de la cual los vientos de octubre lloren.
No me duelen las oscuras nubes,
Porque sólo rara vez veo al cielo.
No apunto más a estrellas del cielo doradas.
Me consuela una pequeña lampara de gas.
A mí no me cambía ninguna suerte, desilusiona ninguna espera,
No me duele ningún otoño,
Por mí ningún jardín se marchita.
M. Kaleko
lunes, octubre 23
Boceto rojizo
Ví, en la tarde, un fatalismo, una suerte de dolor incontrolable, que me volvió desatado; por primera vez sentí mi mortalidad en el ser. "No pasa nada", me dije. "Sólo mi propia humanidad que surge otra vez, como la mar regresa agitado por la tormenta, como la tarde se vuelve complicada y necesaria".
Hemos de calzar estereotipos, o pensar que somos una sola idea, a donde llevan los días y las noches si no al suicidio, a la vaga entereza de este pobre espíritu acongojado que espera lentamente su final sin luchar. Ya lejos quedó la esperanza, sólo queda la resignación. Uno es lo que es no porque se determine, sino porque se elige, uno construye su destino.
"Debo rescatarlo", repito hasta olvidar el significado.
Ya ahora daré paso a la anarquía de la soledad y el hartazgo.
Hemos de calzar estereotipos, o pensar que somos una sola idea, a donde llevan los días y las noches si no al suicidio, a la vaga entereza de este pobre espíritu acongojado que espera lentamente su final sin luchar. Ya lejos quedó la esperanza, sólo queda la resignación. Uno es lo que es no porque se determine, sino porque se elige, uno construye su destino.
"Debo rescatarlo", repito hasta olvidar el significado.
Ya ahora daré paso a la anarquía de la soledad y el hartazgo.
viernes, octubre 20
bufones
Existen en tierras altas, guerreros derrotados, que viven y cuentan la mentira de victorias. Sin embargo algo de tristeza en sus ojos los convierte de actores a bufones. Sólo he ganado risas de mis espectadores.
miércoles, octubre 18
Joseph K.
No es que tú estés enterrado en la mina y las masas de piedra te separen a ti, débil individuo, del mundo y de la luz, sino que estás en el exterior y quieres acceder a la persona enterrada y te ves impotente frente a las piedras, y el mundo y su luz te vuelven más impotente todavía. Y en cualquier momento puede morir de asfixia aquel a quien deseas salvar, de modo que has de trabajar como un poseso, y él nunca morirá de asfixia, de modo que nunca podrás dejar de trabajar.
Franz Kafka (1920)
Franz Kafka (1920)
domingo, octubre 15
Noticia de los dispersos
En una equivocada edad donde caminan
los dispersos los que no han abierto
su verdad al mundo aún al resuello como el hilo
de lo que todos saben y no han dicho
perduran o perseveran en lo limpio los dispersos
en la desigualdad del orden donde guardan
como la sed como la musitante sed su avinagrado día
en ese digno
afán con una cifra
en la orilla de los números del mundo
Miserables los dispersos reiteradamente juntan
cuatro cosas y el alegre respirón de un aire viejo
se saludan
se sospechan
en la brusca memoria del amor
o la palabra (cualquier gesto)
los agrupa
o no los borra no los cuenta no los cita
pero los retiene
convidados de piedra confundidos en todo
casi se pierden
casi se dan por omitidos unos a veces
y apagan con los dedos una llama
escriben en la arena dicen que son niños
soplan en el polen transparente
y se ríen
pasan con su piedra antigua rotan como soles
se despiden se cansan se impacientan
los dispersos
Unas veces no
los hallaremos más nadie dirá petrificados
sus jardines su corazón sus herramientas
su triste manera de mirar algo tan lejos
muy algo tan lejos
Qué raros son
los dispersos
a nadie le gusta tenerlos demasiado tiempo cerca
parecen ácido o luz
queman o incomodan no sabe uno qué hacer con ellos
abre la puerta
deja que salgan
toma gracias adiós
y que dios
te cuide
pero no vuelvas
Ruido en el corazón
de los dispersos
eso
debe pasar porque enmudecen
gritan cantan
sufren se despiertan
porque se van a pie distancias
que bien pensado nadie quiere caminar
y no se cansan sólo se mueren a veces
porque en su respiración hay un zumbido que parece canto
una razón que no los deja vivir que no los deja quedarse
y cómo hacer cómo decirles
que ya no
hay casi lugar
en esta celda para ellos -
Jorge Fernández Granados
Letras Libres-Mayo de 2001
los dispersos los que no han abierto
su verdad al mundo aún al resuello como el hilo
de lo que todos saben y no han dicho
perduran o perseveran en lo limpio los dispersos
en la desigualdad del orden donde guardan
como la sed como la musitante sed su avinagrado día
en ese digno
afán con una cifra
en la orilla de los números del mundo
Miserables los dispersos reiteradamente juntan
cuatro cosas y el alegre respirón de un aire viejo
se saludan
se sospechan
en la brusca memoria del amor
o la palabra (cualquier gesto)
los agrupa
o no los borra no los cuenta no los cita
pero los retiene
convidados de piedra confundidos en todo
casi se pierden
casi se dan por omitidos unos a veces
y apagan con los dedos una llama
escriben en la arena dicen que son niños
soplan en el polen transparente
y se ríen
pasan con su piedra antigua rotan como soles
se despiden se cansan se impacientan
los dispersos
Unas veces no
los hallaremos más nadie dirá petrificados
sus jardines su corazón sus herramientas
su triste manera de mirar algo tan lejos
muy algo tan lejos
Qué raros son
los dispersos
a nadie le gusta tenerlos demasiado tiempo cerca
parecen ácido o luz
queman o incomodan no sabe uno qué hacer con ellos
abre la puerta
deja que salgan
toma gracias adiós
y que dios
te cuide
pero no vuelvas
Ruido en el corazón
de los dispersos
eso
debe pasar porque enmudecen
gritan cantan
sufren se despiertan
porque se van a pie distancias
que bien pensado nadie quiere caminar
y no se cansan sólo se mueren a veces
porque en su respiración hay un zumbido que parece canto
una razón que no los deja vivir que no los deja quedarse
y cómo hacer cómo decirles
que ya no
hay casi lugar
en esta celda para ellos -
Jorge Fernández Granados
Letras Libres-Mayo de 2001
viernes, octubre 13
Partituras
La tarde recorrió su cuerpo en busca de fisuras, cual parásito en busca de un proveedor. Las manos aun tenían una agresividad latente, potencial: tendido sobre la cama, desvarió hasta hundirse en sopor más exquisito que la saliva. Entonces le llegaron imágenes extrañas que aludían su degradación: su madre reprochándole la holgazanería; un rostro enjuto que le golpeaba con sadismo comparable al suyo.
Tendría la peor de las noches si no fuera por el asesinato anterior. Los gritos que el hombre vociferaba no eran propios del dolor; hubo demasiado sforzato. En el caso de los homicidios anteriores u opus como suele llamarle, los sonidos salían claros ( y es por esa razón que el tipo nunca lastima la garganta de sus ejecutantes), hay las que llama sonatas: consisten en lastimar la pierna del “instrumento” con un movimiento rápido, allegro, para hallar el clímax en un ritmo lento del puñal o adagio. El scherzo cierra el circulo de la existencia, para luego hacer el rondó, movimiento que desholla pasando por todos los anteriores.
Los barrotes firmes le sostienen su motivación: lo apresan. Desearía volver a realizar asesinatos, ejecutar sinfonías completas, disfrutarlas, tener el cantabile ahora vetado. Cual momento espontáneo de locura la cabeza rechinó y azotó contra la pared hasta que los recuerdos de esa mujer se desprendieron: la noche que las mismas manos que mataron, acariciaron sus tiernas mejillas purpúreas. En la oscuridad derramó sobre sus labios sangre de sus mejores obras de la cual obtuvo la infame respuesta de sus dedos: mátame o te mato. Y fue cuando el brillo del cuchillo se ahogó en las rodillas blancas, y los gritos pasaron de una opereta a una cantata, de la cantata a la ópera y de la ópera a un fine. El leitmotiv de Sofía abre grietas en el cerebro del asesino: no importa cuanto tiempo permanezca en ese cuarto la eternidad lo alcanza en una celda, el blanco eterniza a Sofía, lo alcanza para triturarle las neuronas con el pétalo de sus mejillas sangrantes:
¡Es más rápido la heroína... no el crack... vamos sácalo ya...! alguien viene...
No, no es nadie.
-La jeringa...aquí...
-Sabes que me gustaría golpearte...
-Hazlo y te deshollo.
- jajajajajaja
- Mejor dime que me amas
- Te amo
- ....
- ¿Por que me golpeas?
- Jajajajaja
- Porque te amo.
Icarus
Tendría la peor de las noches si no fuera por el asesinato anterior. Los gritos que el hombre vociferaba no eran propios del dolor; hubo demasiado sforzato. En el caso de los homicidios anteriores u opus como suele llamarle, los sonidos salían claros ( y es por esa razón que el tipo nunca lastima la garganta de sus ejecutantes), hay las que llama sonatas: consisten en lastimar la pierna del “instrumento” con un movimiento rápido, allegro, para hallar el clímax en un ritmo lento del puñal o adagio. El scherzo cierra el circulo de la existencia, para luego hacer el rondó, movimiento que desholla pasando por todos los anteriores.
Los barrotes firmes le sostienen su motivación: lo apresan. Desearía volver a realizar asesinatos, ejecutar sinfonías completas, disfrutarlas, tener el cantabile ahora vetado. Cual momento espontáneo de locura la cabeza rechinó y azotó contra la pared hasta que los recuerdos de esa mujer se desprendieron: la noche que las mismas manos que mataron, acariciaron sus tiernas mejillas purpúreas. En la oscuridad derramó sobre sus labios sangre de sus mejores obras de la cual obtuvo la infame respuesta de sus dedos: mátame o te mato. Y fue cuando el brillo del cuchillo se ahogó en las rodillas blancas, y los gritos pasaron de una opereta a una cantata, de la cantata a la ópera y de la ópera a un fine. El leitmotiv de Sofía abre grietas en el cerebro del asesino: no importa cuanto tiempo permanezca en ese cuarto la eternidad lo alcanza en una celda, el blanco eterniza a Sofía, lo alcanza para triturarle las neuronas con el pétalo de sus mejillas sangrantes:
¡Es más rápido la heroína... no el crack... vamos sácalo ya...! alguien viene...
No, no es nadie.
-La jeringa...aquí...
-Sabes que me gustaría golpearte...
-Hazlo y te deshollo.
- jajajajajaja
- Mejor dime que me amas
- Te amo
- ....
- ¿Por que me golpeas?
- Jajajajaja
- Porque te amo.
Icarus
...
A veces se voltea a la ventana y se busca cualquier cosa. Afuera llueve y por esa ventana encuentras entre la brisa de la lluvia un fresco, entre las nubes negras eso que se aqueja y no se distingue más que en el arrebato de la noche, ver en esa ventana el mundo que se asoma en diminutas porciones.
La muerte lleva un sin fin de adjetivos y a veces ningún dolor.
Recuerdo la caída, el rostro se impacto contra el piso, sólo un crujir, ruido morboso que llamó mi atención, aún ahora suena a música, una música aciaga, que de forma brutal escucho repetidamente.
Después de esto pensé en la calle, en los lugares que frecuentaba, Coutelle, nunca hablaba de sí, se mantenía reservado, reconocí no saber nada de él, más que verlo por las oficinas, y su caminar pausado. Los pasajes difieren en mi memoria el tono de su voz se confunde, es cualquiera, Coutelle parecía no haber existido nunca, así me lo hace saber el mundo.
El ruido del revolver fue trivial, la sangre llegaba ya frente a mí, no quería tocarla, sentía podía contagiarme, no se de que mal, leptospira sería lo más cercano a él. Coutelle Roche Norvergicus. El cabello gris estaba alborotado, los ojos eran opacos, profundos y cetrinos, las ropas desgarradas, la gente que cruzaba la calle pretendía no ver el espectáculo, estaba muerto y nadie me culpo y yo lo olvide, hasta ahora que me pregunte por él, recuerdo haber disparado. Pero el hecho fue tan mísero que a nadie le importo, ni siquiera a mi que fui su asesino.
Salgo y camino, las calles son desoladas, lúgubres, un resquemor siento al ver a la gente, he tomado un poco, sólo algunas botellas, camino un poco mal, me duele la cabeza deseo no pensar, y olvidarme de mí, de todo, de llegar a un lugar, de escuchar estas voces como un terrible ruido que golpean. Ahora siento un vacío, Coutelle amigo no fuiste tu, fue el olvido lo que me lleva a sentirme así. Ha pasado tiempo, tres años y hasta ahora te veo y pienso en lo qué pudo ocurrirte que te llevo a padecer tan terrible mal, Coutelle. Nunca debí escribir estas líneas.
hache
La muerte lleva un sin fin de adjetivos y a veces ningún dolor.
Recuerdo la caída, el rostro se impacto contra el piso, sólo un crujir, ruido morboso que llamó mi atención, aún ahora suena a música, una música aciaga, que de forma brutal escucho repetidamente.
Después de esto pensé en la calle, en los lugares que frecuentaba, Coutelle, nunca hablaba de sí, se mantenía reservado, reconocí no saber nada de él, más que verlo por las oficinas, y su caminar pausado. Los pasajes difieren en mi memoria el tono de su voz se confunde, es cualquiera, Coutelle parecía no haber existido nunca, así me lo hace saber el mundo.
El ruido del revolver fue trivial, la sangre llegaba ya frente a mí, no quería tocarla, sentía podía contagiarme, no se de que mal, leptospira sería lo más cercano a él. Coutelle Roche Norvergicus. El cabello gris estaba alborotado, los ojos eran opacos, profundos y cetrinos, las ropas desgarradas, la gente que cruzaba la calle pretendía no ver el espectáculo, estaba muerto y nadie me culpo y yo lo olvide, hasta ahora que me pregunte por él, recuerdo haber disparado. Pero el hecho fue tan mísero que a nadie le importo, ni siquiera a mi que fui su asesino.
Salgo y camino, las calles son desoladas, lúgubres, un resquemor siento al ver a la gente, he tomado un poco, sólo algunas botellas, camino un poco mal, me duele la cabeza deseo no pensar, y olvidarme de mí, de todo, de llegar a un lugar, de escuchar estas voces como un terrible ruido que golpean. Ahora siento un vacío, Coutelle amigo no fuiste tu, fue el olvido lo que me lleva a sentirme así. Ha pasado tiempo, tres años y hasta ahora te veo y pienso en lo qué pudo ocurrirte que te llevo a padecer tan terrible mal, Coutelle. Nunca debí escribir estas líneas.
hache
lunes, octubre 9
Secuestro
“la locura no tiene maestro,
para los que vamos a bogar sin rumbo perpetuo”
Lo último que recuerdo, es haber estado en esa cantina bebiendo unas cervezas, después se que me embriague, como ya es costumbre, pero no parecía que pasase a más. de ahí en adelante todo me es un gran enigma.
Me llevaban vendado de los ojos y atado de las manos, el aroma fresco de esa tarde y el clima era templado, por lo que supuse me habían trasladado fuera del lugar que resido. ¿y Porqué se han tomado el tiempo para llevarme lejos de casa? Eso era extraño para mi,
Más aún no sospechaba nada que no pudiese ser más que una broma, inocente de mi!. Se que hay personas a quien uno no le agrada del todo, pero aparte de eso, no creí que desearan tanto mal a mi persona.
He pagado mis deudas y trato de estar al margen de las cosas que me rodean.
Es más me considero un ermitaño, a pesar de mi corta edad, he sido muy reservado.
Pero, creo que eso no les importó a quienes me trajeron a este lugar.
El camino por lo que noté era terrecería, es decir, me atrevo a afirmar, estábamos en una vereda, pues al caminar, la hierba rozaba mi pantalón,
De ahí recuerdo haber sentido un golpe en mi nuca y todo se desvaneció.
He despertado en este lúgubre recinto, no tengo temor, es lo más curioso, pues siempre he temido porque algo me pueda suceder y ahí termine mi desperdiciada existencia, pero esta vez, siento un gran alivio.
Mis captores –y pluralizo, pues en el camino escuche sus voces, risas burlonas.
No desean matarme, eso creía hasta esos momentos,
Sin embargo, después me cercioré que era todo lo contrario. Pero nunca entendí como me querían matar, pues seguía escuchando sus voces, pero nada que yo pudiese entender, solo la manera de reír se me hacia familiar.
A veces se les olvidaba darme de comer o beber, por la comida no había problema, pero el licor, eso si me preocupaba, pues me ayudaba a olvidar esta situación non grata.
Jamás vi sus rostros, esperaba ansiosamente poder conocerlos y más aún decirles algunas palabras, pues han pasado ya tres días desde esa borrachera en la cantina y comienzo a preocuparme,
¿Me han abandonado? No sé, el lugar donde estoy es obscuro, es como una cabaña, pero no hay luz, solo las velas y mis nada agradables compañeros de cuarto, las ratas y otras alimañas.
En verdad no extraño nada del exterior, pero me intrigan mis secuestradores, en este tercer día no les he escuchado, no se que hora pueda ser, pues no tengo noción del tiempo en este lugar, las ventanas están selladas y no tengo reloj. Así que en realidad eso no me importa, intuyo que no es temprano.
Sin embargo me han dejado una botella de vino tinto, hace mucho tiempo desde que probé por última vez vino tinto, no se si agradecerles o creer que es mi ultimo trago que tomaré. Curiosamente, ellos conocen bien mis gustos, pues me han dado comida que es de mi agrado, así como de las bebidas; cerveza de barril, vodka y ahora vino, Eso me da mucho escalofríos.
Me siento de nuevo atolondrado, me he bebido todo el vino y el poco de vodka que quedaba de hace dos días, y se que ellos han llegado, pues escucho sus voces, y esta vez logre escuchar “mañana será el día” y el otro le respondía “aun no ha sufrido lo suficiente, dejémoslo otro día más”.
Así pues, no supe que pensar y me quede inconsciente, por el alcohol ingerido ese día.
Hoy hago cuatro días desde mi abducción, se que hay posibilidades muy próximas de morir este día, pero no tengo temor alguno y me es imposible tener este tipo de sentimientos, porque le temo a la muerte.
Es el quinto día ya, y no he sabido nada de ellos desde anteayer, no he comido, y lo único que queda es un poco de cerveza de hace dos días, es lo que he estado bebiendo y lo he racionalizado. Dos días sin saber de ellos. Creo poder escapar, pero no me atrevo.
Seis días en esta habitación y me he comido una rata, no es por hambre, sino por saber y saciar mi curiosidad de conocer el sabor de ellas. He tenido suerte, he encontrado junto a una esquina una botella de vodka, he comenzado a beber y me he relajado más.
Esta tarde, no he escuchado voz humana alguna, ¿Me habrán perdonado la vida?.
He descansado todo el día y entra la noche, ya que siento el frío y el sonido de la obscuridad me abriga por sexta ocasión.
Me han despertado una vez mas las voces y vuelven a discutir, han llegado y temo lo peor, pero no tengo la voluntad de seguir vivo, así sin temor he de morir, sin poner resistencia alguna.
Creí que la noche pasada iba a ser mi última noche, este es el séptimo día. Una semana de secuestro y tengo un dolor terrible de cabeza, como si me hubiesen golpeado toda la noche pasada, tengo moretones por todo el cuerpo.
No aguanto más, si moriré, que sea hoy, ya no aguanto más esta situación, así que hoy saldré.
La puerta siempre estuvo sin llave, jamás me atreví a abrirla.
He salido del lugar y el sol lastima mis ojos... y me aborrezco por lo que he visto...
Es diciembre y me he secuestrado por siete días.
¿Tanto así me odio? y más aún, no me atrevo a matarme.
By Blackwizard
para los que vamos a bogar sin rumbo perpetuo”
Lo último que recuerdo, es haber estado en esa cantina bebiendo unas cervezas, después se que me embriague, como ya es costumbre, pero no parecía que pasase a más. de ahí en adelante todo me es un gran enigma.
Me llevaban vendado de los ojos y atado de las manos, el aroma fresco de esa tarde y el clima era templado, por lo que supuse me habían trasladado fuera del lugar que resido. ¿y Porqué se han tomado el tiempo para llevarme lejos de casa? Eso era extraño para mi,
Más aún no sospechaba nada que no pudiese ser más que una broma, inocente de mi!. Se que hay personas a quien uno no le agrada del todo, pero aparte de eso, no creí que desearan tanto mal a mi persona.
He pagado mis deudas y trato de estar al margen de las cosas que me rodean.
Es más me considero un ermitaño, a pesar de mi corta edad, he sido muy reservado.
Pero, creo que eso no les importó a quienes me trajeron a este lugar.
El camino por lo que noté era terrecería, es decir, me atrevo a afirmar, estábamos en una vereda, pues al caminar, la hierba rozaba mi pantalón,
De ahí recuerdo haber sentido un golpe en mi nuca y todo se desvaneció.
He despertado en este lúgubre recinto, no tengo temor, es lo más curioso, pues siempre he temido porque algo me pueda suceder y ahí termine mi desperdiciada existencia, pero esta vez, siento un gran alivio.
Mis captores –y pluralizo, pues en el camino escuche sus voces, risas burlonas.
No desean matarme, eso creía hasta esos momentos,
Sin embargo, después me cercioré que era todo lo contrario. Pero nunca entendí como me querían matar, pues seguía escuchando sus voces, pero nada que yo pudiese entender, solo la manera de reír se me hacia familiar.
A veces se les olvidaba darme de comer o beber, por la comida no había problema, pero el licor, eso si me preocupaba, pues me ayudaba a olvidar esta situación non grata.
Jamás vi sus rostros, esperaba ansiosamente poder conocerlos y más aún decirles algunas palabras, pues han pasado ya tres días desde esa borrachera en la cantina y comienzo a preocuparme,
¿Me han abandonado? No sé, el lugar donde estoy es obscuro, es como una cabaña, pero no hay luz, solo las velas y mis nada agradables compañeros de cuarto, las ratas y otras alimañas.
En verdad no extraño nada del exterior, pero me intrigan mis secuestradores, en este tercer día no les he escuchado, no se que hora pueda ser, pues no tengo noción del tiempo en este lugar, las ventanas están selladas y no tengo reloj. Así que en realidad eso no me importa, intuyo que no es temprano.
Sin embargo me han dejado una botella de vino tinto, hace mucho tiempo desde que probé por última vez vino tinto, no se si agradecerles o creer que es mi ultimo trago que tomaré. Curiosamente, ellos conocen bien mis gustos, pues me han dado comida que es de mi agrado, así como de las bebidas; cerveza de barril, vodka y ahora vino, Eso me da mucho escalofríos.
Me siento de nuevo atolondrado, me he bebido todo el vino y el poco de vodka que quedaba de hace dos días, y se que ellos han llegado, pues escucho sus voces, y esta vez logre escuchar “mañana será el día” y el otro le respondía “aun no ha sufrido lo suficiente, dejémoslo otro día más”.
Así pues, no supe que pensar y me quede inconsciente, por el alcohol ingerido ese día.
Hoy hago cuatro días desde mi abducción, se que hay posibilidades muy próximas de morir este día, pero no tengo temor alguno y me es imposible tener este tipo de sentimientos, porque le temo a la muerte.
Es el quinto día ya, y no he sabido nada de ellos desde anteayer, no he comido, y lo único que queda es un poco de cerveza de hace dos días, es lo que he estado bebiendo y lo he racionalizado. Dos días sin saber de ellos. Creo poder escapar, pero no me atrevo.
Seis días en esta habitación y me he comido una rata, no es por hambre, sino por saber y saciar mi curiosidad de conocer el sabor de ellas. He tenido suerte, he encontrado junto a una esquina una botella de vodka, he comenzado a beber y me he relajado más.
Esta tarde, no he escuchado voz humana alguna, ¿Me habrán perdonado la vida?.
He descansado todo el día y entra la noche, ya que siento el frío y el sonido de la obscuridad me abriga por sexta ocasión.
Me han despertado una vez mas las voces y vuelven a discutir, han llegado y temo lo peor, pero no tengo la voluntad de seguir vivo, así sin temor he de morir, sin poner resistencia alguna.
Creí que la noche pasada iba a ser mi última noche, este es el séptimo día. Una semana de secuestro y tengo un dolor terrible de cabeza, como si me hubiesen golpeado toda la noche pasada, tengo moretones por todo el cuerpo.
No aguanto más, si moriré, que sea hoy, ya no aguanto más esta situación, así que hoy saldré.
La puerta siempre estuvo sin llave, jamás me atreví a abrirla.
He salido del lugar y el sol lastima mis ojos... y me aborrezco por lo que he visto...
Es diciembre y me he secuestrado por siete días.
¿Tanto así me odio? y más aún, no me atrevo a matarme.
By Blackwizard
jueves, octubre 5
El gato ciego
Desde mi último ataque existencial, las pesadillas de Poe han alcanzado mi inconsciente a tal grado de tomar como sueño la vigilia. Al no encontrar culpables factibles, recurro a un viejo miedo: el gato ciego. Podría parecer totalmente ajeno a la convención social, pero el gato ciego tiene mi lástima.
La pasmosa escena que observé por segundos y que aún contemplo con angustia se dibuja en una calle donde el gato araña a la oscuridad en plena luz de día. Volteo a mi alrededor para ver si alguien comparte mi visión: En vano. Y es exactamente eso lo horroroso de la escena. La lástima que siento nace por la confusión (el sustantivo es correcto) de verme en una situación similar. Y digo confusión por el hecho de no conocer si esa lástima es potencial o no.
¿Pueden imaginar al gato, dueño de la oscuridad y penumbras, hundirse y confundirse en el mismo? La primera teoría respecto a la causa de su ceguera se basa en que alguna ama de casa fastidiada por su sigilo y mirada diabólica terminó por arrojarle agua hirviente a los ojos. Mis evidencias: la textura de su pelo en la parte frontal, y un trauma notorio a cualquier objeto cercano en movimiento. La segunda se basa en algo similar: el ácido. Existen las personas con un profundo odio a los gatos. Entre las causas se encuentran algunas supersticiones, la envidia. Un gato negro que se cruza en tu camino es mala suerte: La solución es efectuar la redención por el sacrificio del mismo. Los gatos tienen siete vidas. Mas, aunque sea una metáfora, constituye una conspiración contra la eternidad convidada a los seres humanos por exclusividad. Otros toman sus movimientos silenciosos y habilidad para la caza como ardides propios del diablo. Una de las razones anteriores pudo haber sido el motivo para derramarle ácido.
Desde ese día el gato se me aparece con los ojos fruncidos, con su miedo patético a los movimientos ajenos a los suyos.
Puedo descifrar los valores que le proporcionaba la sociedad en que vivía. Amplios horizontes de éxitos y buenas noticias, pero muy al fondo de sus penumbras antisociales, se escondía una hiena que acechaba y esperaba la última gota de sangre. Esperaba encontrar a mis principios intactos... Visualicé muchas veces un cuerpo desnudo como de animal que vomitaba conceptos y términos extraños.
Icarus
La pasmosa escena que observé por segundos y que aún contemplo con angustia se dibuja en una calle donde el gato araña a la oscuridad en plena luz de día. Volteo a mi alrededor para ver si alguien comparte mi visión: En vano. Y es exactamente eso lo horroroso de la escena. La lástima que siento nace por la confusión (el sustantivo es correcto) de verme en una situación similar. Y digo confusión por el hecho de no conocer si esa lástima es potencial o no.
¿Pueden imaginar al gato, dueño de la oscuridad y penumbras, hundirse y confundirse en el mismo? La primera teoría respecto a la causa de su ceguera se basa en que alguna ama de casa fastidiada por su sigilo y mirada diabólica terminó por arrojarle agua hirviente a los ojos. Mis evidencias: la textura de su pelo en la parte frontal, y un trauma notorio a cualquier objeto cercano en movimiento. La segunda se basa en algo similar: el ácido. Existen las personas con un profundo odio a los gatos. Entre las causas se encuentran algunas supersticiones, la envidia. Un gato negro que se cruza en tu camino es mala suerte: La solución es efectuar la redención por el sacrificio del mismo. Los gatos tienen siete vidas. Mas, aunque sea una metáfora, constituye una conspiración contra la eternidad convidada a los seres humanos por exclusividad. Otros toman sus movimientos silenciosos y habilidad para la caza como ardides propios del diablo. Una de las razones anteriores pudo haber sido el motivo para derramarle ácido.
Desde ese día el gato se me aparece con los ojos fruncidos, con su miedo patético a los movimientos ajenos a los suyos.
Puedo descifrar los valores que le proporcionaba la sociedad en que vivía. Amplios horizontes de éxitos y buenas noticias, pero muy al fondo de sus penumbras antisociales, se escondía una hiena que acechaba y esperaba la última gota de sangre. Esperaba encontrar a mis principios intactos... Visualicé muchas veces un cuerpo desnudo como de animal que vomitaba conceptos y términos extraños.
Icarus
martes, octubre 3
3 1-2 Por Fin Job rompió el silencio, y maldijo el día en que habia nacido.
¡Maldita se la noche en que fui concebido!
¡Maldito sea el día en que nací!
¡Ojala aquel día se hubiera
convertido en noche,
y Dios lo hubiera pasado por alto
y no hubiera amanecido!
¡Ojala una sombra espesa lo
hubiera oscurecido,
o una nube negra lo hubiera envuelto,
o un eclipse lo hubiera llenado de terror!
¡Ojala aquella noche se hubiera
perdido en las tinieblas
y aquel día no se hubiera contado
entre los días del mes y del año!
¡Ojala hubiera sido una noche estéril,
en que faltaran los gritos de alegría!
¡Ojala la hubieran maldecido los hechiceros,
que tienen poder sobre Leviatán!
¡Ojala aquella mañana no
hubieran brillado los luceros,
ni hubiera llegado la luz tan esperada,
ni se hubiera visto parpadear la aurora!
¡Maldita sea la noche, que me dejó nacer
y no me ahorró ver tanta miseria!
¿Por qué no habré muerto en el
vientre de mi madre,
o en el momento mismo de nacer?
¿Por qué hubo rodillas que me recibieran
y pechos que me alimentaran?
…
¿Por qué deja Dios ver la luz al que sufre?
¿Por qué le da vida al que está
lleno de amargura,
al que espera la muerte y no le llega,
aunque la busque más que a un
tesoro escondido?
La alegría de ese hombre llega
cuando por fin baja a la tumba.
Dios lo hace caminar a ciegas,
le cierra el paso por todos lados.
Los sollozos son mi alimento;
mi bebida, las quejas de dolor.
Todo lo que yo temía,
lo que más miedo me causaba,
ha caído sobre mí.
No tengo descanso ni sosiego;
no encuentro paz, sino inquietud.
¡Maldito sea el día en que nací!
¡Ojala aquel día se hubiera
convertido en noche,
y Dios lo hubiera pasado por alto
y no hubiera amanecido!
¡Ojala una sombra espesa lo
hubiera oscurecido,
o una nube negra lo hubiera envuelto,
o un eclipse lo hubiera llenado de terror!
¡Ojala aquella noche se hubiera
perdido en las tinieblas
y aquel día no se hubiera contado
entre los días del mes y del año!
¡Ojala hubiera sido una noche estéril,
en que faltaran los gritos de alegría!
¡Ojala la hubieran maldecido los hechiceros,
que tienen poder sobre Leviatán!
¡Ojala aquella mañana no
hubieran brillado los luceros,
ni hubiera llegado la luz tan esperada,
ni se hubiera visto parpadear la aurora!
¡Maldita sea la noche, que me dejó nacer
y no me ahorró ver tanta miseria!
¿Por qué no habré muerto en el
vientre de mi madre,
o en el momento mismo de nacer?
¿Por qué hubo rodillas que me recibieran
y pechos que me alimentaran?
…
¿Por qué deja Dios ver la luz al que sufre?
¿Por qué le da vida al que está
lleno de amargura,
al que espera la muerte y no le llega,
aunque la busque más que a un
tesoro escondido?
La alegría de ese hombre llega
cuando por fin baja a la tumba.
Dios lo hace caminar a ciegas,
le cierra el paso por todos lados.
Los sollozos son mi alimento;
mi bebida, las quejas de dolor.
Todo lo que yo temía,
lo que más miedo me causaba,
ha caído sobre mí.
No tengo descanso ni sosiego;
no encuentro paz, sino inquietud.
El templo del Miedo
El miedo lo engendra todo. Cada cual los suyos: uno, a ser imbécil; otro, a ser cornudo, pobre, esclavo, condenado, silbado, burlado, enfermo, puesto en ridículo, abandonado, reconocido; casi todos, a estar muertos.
Sin estos miedos no hay sociedad; no hay Dios; no hay bienes sin los males que amenazan los bienes.
Paul Valéry
Sin estos miedos no hay sociedad; no hay Dios; no hay bienes sin los males que amenazan los bienes.
Paul Valéry
martes, septiembre 26
...
Desperté trémulo, el sudor recorría la frente, miré al techo, lo miraba caerse sobre mi, imbatible. Decidí levantarme, sentía la boca amarga y los labios resecos. Un poco de agua sobre el rostro me ayudarían a despertar. Me apoye sobre la cama, no recordaba parte del sueño, ni de la posibilidad de haberme dormido, sólo estar en la
habitación...
La palabra a veces es escoria, mancha los dientes de quien pronuncia su nombre. No suelo mencionarlo, no quiero mancharme.
Estoy rondando con gran certeza su nombre, y ello me recuerda el odio, la simpleza, la vileza. No era quien para juzgarlo, ahora siento que sus palabras entraran martilleando parte de mi cabeza, alucino encontrándolo en algunas calles, puedo decir que me siento perseguido, que su voz temblorosa suele llamarme, que la mirada callada me reclama con su propio miedo.
Lo enfrento, combato con él, le derribo una vez, siento como se resiste y como se esfuerza por golpearme, busca el rostro y el puño se ciñe contra mi. Me ayudo, me propongo soñarlo. Dentro del sueño su rostro juega conmigo, se presenta como el de un sujeto viejo, barbado, con las manos ensangrentadas, se transfigura, lo veo joven delgado, con una minuciosa marca en el lado derecho del rostro, un severo tajo, así suele esconderse o revelarse, en el sueño... después lo veo agotado, extenuado... casi al borde la locura, de la rabia.
Qué buscaba, me lo pregunto. Le seguiría por las mismas calles le reconstruiría las noches, la primera, el pasado que fue y será dentro de todas las noches. Caminar como si eso pudiera borrarlo, como si mis pasos fueran sobre el desierto, el olvido.
hache
habitación...
La palabra a veces es escoria, mancha los dientes de quien pronuncia su nombre. No suelo mencionarlo, no quiero mancharme.
Estoy rondando con gran certeza su nombre, y ello me recuerda el odio, la simpleza, la vileza. No era quien para juzgarlo, ahora siento que sus palabras entraran martilleando parte de mi cabeza, alucino encontrándolo en algunas calles, puedo decir que me siento perseguido, que su voz temblorosa suele llamarme, que la mirada callada me reclama con su propio miedo.
Lo enfrento, combato con él, le derribo una vez, siento como se resiste y como se esfuerza por golpearme, busca el rostro y el puño se ciñe contra mi. Me ayudo, me propongo soñarlo. Dentro del sueño su rostro juega conmigo, se presenta como el de un sujeto viejo, barbado, con las manos ensangrentadas, se transfigura, lo veo joven delgado, con una minuciosa marca en el lado derecho del rostro, un severo tajo, así suele esconderse o revelarse, en el sueño... después lo veo agotado, extenuado... casi al borde la locura, de la rabia.
Qué buscaba, me lo pregunto. Le seguiría por las mismas calles le reconstruiría las noches, la primera, el pasado que fue y será dentro de todas las noches. Caminar como si eso pudiera borrarlo, como si mis pasos fueran sobre el desierto, el olvido.
hache
miércoles, septiembre 20
19 de Noviembre
He matado a un hombre. Finalmente lo he hecho. Pero ahora, dónde sepultarlo. A decir verdad, no sé como enterrarlo. Cómo sepultar / soterrar a un individuo / hombre próximo a los veintiocho años. Mortal de pequeñas grandes conquistas. Un hombre que no tiene más que vagas remembranzas de ellas. Enterrarlo con los honores de las lágrimas. Tal vez con un lúgubre silencio. O quizá dejar que los muertos se lleven a sus muertos...
He matado un nombre.
Finalmente...
XES
Guadalajara 2006
He matado un nombre.
Finalmente...
XES
Guadalajara 2006
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