jueves, noviembre 16

Mano vacía

Amanecía, en el alma de él moría
la última lágrima de despedida
y ahora, lejos ella está perdida
la esperanza, el sueño, la alegría.

Anochecía, su espíritu lo sabía
los primeros lamentos comenzaban
y los fantasmas danzando lo llamaban
ellos, sangre bañada en algarabías

Cuerpo, rostro, memoria, palabras
que su hermosa amada prometía
llegaba él a una luna tardía

hechizo de junio, músicas macabras.
Pasión, vigilia, sangre, olvido
lo poco que tuve se ha ido.



XES

Guadalajara 16, 2006

El don

En una página de Plinio se lee
que en todo el orbe no hay dos caras iguales.
Una mujer le dio a un ciego la imagen
de su rostro, sin duda único.
Eligió la fotografía entre muchas;
descartó y acertó.
El acto fue significativo para ella
y también lo es para él.
Ella sabía que él no podía ver el regalo
y sabía que era un regalo.
Un invisible don es un hecho mágico.
Dar a un ciego una imagen
es dar algo tan tenue que bien puede ser infinito,
es dar algo tan vago que puede ser el universo.
La inútil mano toca y no reconoce
la inalcanzable cara


En revista “Maldoror”, Montevideo, Nº 20, 1985.

Y publicado en Jorge Luis Borges, “Textos recobrados (1956-1985)”, Buenos Aires, Emecé Editores, 2003

martes, noviembre 14

Un animal soñado por Kafka

Es un animal con una gran cola, de muchos metros de largo, parecida a la del zorro. A veces me gustaría tener su cola en la mano, pero es imposible; el animal está siempre en movimiento; la cola siempre de un lado para otro. El animal tiene algo de canguro, pero la cabeza chica y oval no es característica y tiene algo de humana; sólo los dientes tienen fuerza expresiva, ya los oculte o los muestre. Suelo tener la impresión de que el animal quiere amaestrarme; si no, qué propósito puede tener retirarme la cola cuando quiero agarrarla, y luego esperar tranquilamente que ésta vuelva a traerme, y luego volver a saltar.

FRANZ KAFKA
Hochzeitsvorbereitungen auf dem Lande, 1953

lunes, noviembre 13

Coutelle

Anduvieron la calle en declive. Todo era declive azul. Todo ascendía.

El arbolillo boqueaba verde entre los pedazos de cerámica. Se hubiera dicho una estatua en abandono. Ella se había puesto en pie para restaurar la traza de su túnica. Ella no sabía restaurar la traza de su túnica. Vio su costado y las heridas. La túnica en el suelo y aún el suelo bajo de sí. Hubiera entonado algo que no fuera un gemido, como para honrar los azares de dios. Erguida, sabía que estaba cayendo y el piso se le antojó un pantano. Los dedos buscaron las paredes pero era un pozo huidizo, y ese dolor como única constancia.

No había sombras sobre el muro ni pudo escribir su nombre. Sólo el lado azul le dio una clave, una risa de chacal o de Sísifo, el llamado salvador que no entendía. Una mancha.

Había un espejo. Hay un espejo, Coutelle.

Patricia Damiano

Epitafios

Buen amigo, por Jesús, abstente
de cavar el polvo aquí encerrado.
Bendito el hombre que respete estas piedras,
y maldito el que remueva mis huesos.

Epitafio del dramaturgo William Shakespeare.


"¡Que no sea rechazado de vuestra puerta, dioses! ¡Que no la encuentre cerrada con cerrojo!¡Ojalá pueda contemplar a Tum, mi Padre, establecido en sus dominios del Cielo y de la Tierra!".

De la epitafia egipcia


Rosa, oh! pura contradicción, alegría de no ser
el sueño de nadie bajo tantos párpados.

Epitafio de rilke


Que Hades te conceda agua fresca, porque
perdiste la dulce flor de la juventud.

De la epitafia egipcia


«Sólo le pido a Dios que tenga piedad con el alma de este ateo».

En la tumba de Miguel de Unamuno


Entonces, ¿No era Whisky?

Monsierraspid