viernes, octubre 13

Partituras

La tarde recorrió su cuerpo en busca de fisuras, cual parásito en busca de un proveedor. Las manos aun tenían una agresividad latente, potencial: tendido sobre la cama, desvarió hasta hundirse en sopor más exquisito que la saliva. Entonces le llegaron imágenes extrañas que aludían su degradación: su madre reprochándole la holgazanería; un rostro enjuto que le golpeaba con sadismo comparable al suyo.

Tendría la peor de las noches si no fuera por el asesinato anterior. Los gritos que el hombre vociferaba no eran propios del dolor; hubo demasiado sforzato. En el caso de los homicidios anteriores u opus como suele llamarle, los sonidos salían claros ( y es por esa razón que el tipo nunca lastima la garganta de sus ejecutantes), hay las que llama sonatas: consisten en lastimar la pierna del “instrumento” con un movimiento rápido, allegro, para hallar el clímax en un ritmo lento del puñal o adagio. El scherzo cierra el circulo de la existencia, para luego hacer el rondó, movimiento que desholla pasando por todos los anteriores.

Los barrotes firmes le sostienen su motivación: lo apresan. Desearía volver a realizar asesinatos, ejecutar sinfonías completas, disfrutarlas, tener el cantabile ahora vetado. Cual momento espontáneo de locura la cabeza rechinó y azotó contra la pared hasta que los recuerdos de esa mujer se desprendieron: la noche que las mismas manos que mataron, acariciaron sus tiernas mejillas purpúreas. En la oscuridad derramó sobre sus labios sangre de sus mejores obras de la cual obtuvo la infame respuesta de sus dedos: mátame o te mato. Y fue cuando el brillo del cuchillo se ahogó en las rodillas blancas, y los gritos pasaron de una opereta a una cantata, de la cantata a la ópera y de la ópera a un fine. El leitmotiv de Sofía abre grietas en el cerebro del asesino: no importa cuanto tiempo permanezca en ese cuarto la eternidad lo alcanza en una celda, el blanco eterniza a Sofía, lo alcanza para triturarle las neuronas con el pétalo de sus mejillas sangrantes:

¡Es más rápido la heroína... no el crack... vamos sácalo ya...! alguien viene...
No, no es nadie.
-La jeringa...aquí...
-Sabes que me gustaría golpearte...
-Hazlo y te deshollo.
- jajajajajaja
- Mejor dime que me amas
- Te amo
- ....
- ¿Por que me golpeas?
- Jajajajaja
- Porque te amo.

Icarus

...

A veces se voltea a la ventana y se busca cualquier cosa. Afuera llueve y por esa ventana encuentras entre la brisa de la lluvia un fresco, entre las nubes negras eso que se aqueja y no se distingue más que en el arrebato de la noche, ver en esa ventana el mundo que se asoma en diminutas porciones.

La muerte lleva un sin fin de adjetivos y a veces ningún dolor.

Recuerdo la caída, el rostro se impacto contra el piso, sólo un crujir, ruido morboso que llamó mi atención, aún ahora suena a música, una música aciaga, que de forma brutal escucho repetidamente.

Después de esto pensé en la calle, en los lugares que frecuentaba, Coutelle, nunca hablaba de sí, se mantenía reservado, reconocí no saber nada de él, más que verlo por las oficinas, y su caminar pausado. Los pasajes difieren en mi memoria el tono de su voz se confunde, es cualquiera, Coutelle parecía no haber existido nunca, así me lo hace saber el mundo.

El ruido del revolver fue trivial, la sangre llegaba ya frente a mí, no quería tocarla, sentía podía contagiarme, no se de que mal, leptospira sería lo más cercano a él. Coutelle Roche Norvergicus. El cabello gris estaba alborotado, los ojos eran opacos, profundos y cetrinos, las ropas desgarradas, la gente que cruzaba la calle pretendía no ver el espectáculo, estaba muerto y nadie me culpo y yo lo olvide, hasta ahora que me pregunte por él, recuerdo haber disparado. Pero el hecho fue tan mísero que a nadie le importo, ni siquiera a mi que fui su asesino.

Salgo y camino, las calles son desoladas, lúgubres, un resquemor siento al ver a la gente, he tomado un poco, sólo algunas botellas, camino un poco mal, me duele la cabeza deseo no pensar, y olvidarme de mí, de todo, de llegar a un lugar, de escuchar estas voces como un terrible ruido que golpean. Ahora siento un vacío, Coutelle amigo no fuiste tu, fue el olvido lo que me lleva a sentirme así. Ha pasado tiempo, tres años y hasta ahora te veo y pienso en lo qué pudo ocurrirte que te llevo a padecer tan terrible mal, Coutelle. Nunca debí escribir estas líneas.

hache

lunes, octubre 9

Secuestro

“la locura no tiene maestro,
para los que vamos a bogar sin rumbo perpetuo”

Lo último que recuerdo, es haber estado en esa cantina bebiendo unas cervezas, después se que me embriague, como ya es costumbre, pero no parecía que pasase a más. de ahí en adelante todo me es un gran enigma.

Me llevaban vendado de los ojos y atado de las manos, el aroma fresco de esa tarde y el clima era templado, por lo que supuse me habían trasladado fuera del lugar que resido. ¿y Porqué se han tomado el tiempo para llevarme lejos de casa? Eso era extraño para mi,
Más aún no sospechaba nada que no pudiese ser más que una broma, inocente de mi!. Se que hay personas a quien uno no le agrada del todo, pero aparte de eso, no creí que desearan tanto mal a mi persona.
He pagado mis deudas y trato de estar al margen de las cosas que me rodean.
Es más me considero un ermitaño, a pesar de mi corta edad, he sido muy reservado.
Pero, creo que eso no les importó a quienes me trajeron a este lugar.
El camino por lo que noté era terrecería, es decir, me atrevo a afirmar, estábamos en una vereda, pues al caminar, la hierba rozaba mi pantalón,
De ahí recuerdo haber sentido un golpe en mi nuca y todo se desvaneció.

He despertado en este lúgubre recinto, no tengo temor, es lo más curioso, pues siempre he temido porque algo me pueda suceder y ahí termine mi desperdiciada existencia, pero esta vez, siento un gran alivio.
Mis captores –y pluralizo, pues en el camino escuche sus voces, risas burlonas.
No desean matarme, eso creía hasta esos momentos,
Sin embargo, después me cercioré que era todo lo contrario. Pero nunca entendí como me querían matar, pues seguía escuchando sus voces, pero nada que yo pudiese entender, solo la manera de reír se me hacia familiar.
A veces se les olvidaba darme de comer o beber, por la comida no había problema, pero el licor, eso si me preocupaba, pues me ayudaba a olvidar esta situación non grata.

Jamás vi sus rostros, esperaba ansiosamente poder conocerlos y más aún decirles algunas palabras, pues han pasado ya tres días desde esa borrachera en la cantina y comienzo a preocuparme,
¿Me han abandonado? No sé, el lugar donde estoy es obscuro, es como una cabaña, pero no hay luz, solo las velas y mis nada agradables compañeros de cuarto, las ratas y otras alimañas.
En verdad no extraño nada del exterior, pero me intrigan mis secuestradores, en este tercer día no les he escuchado, no se que hora pueda ser, pues no tengo noción del tiempo en este lugar, las ventanas están selladas y no tengo reloj. Así que en realidad eso no me importa, intuyo que no es temprano.
Sin embargo me han dejado una botella de vino tinto, hace mucho tiempo desde que probé por última vez vino tinto, no se si agradecerles o creer que es mi ultimo trago que tomaré. Curiosamente, ellos conocen bien mis gustos, pues me han dado comida que es de mi agrado, así como de las bebidas; cerveza de barril, vodka y ahora vino, Eso me da mucho escalofríos.
Me siento de nuevo atolondrado, me he bebido todo el vino y el poco de vodka que quedaba de hace dos días, y se que ellos han llegado, pues escucho sus voces, y esta vez logre escuchar “mañana será el día” y el otro le respondía “aun no ha sufrido lo suficiente, dejémoslo otro día más”.
Así pues, no supe que pensar y me quede inconsciente, por el alcohol ingerido ese día.

Hoy hago cuatro días desde mi abducción, se que hay posibilidades muy próximas de morir este día, pero no tengo temor alguno y me es imposible tener este tipo de sentimientos, porque le temo a la muerte.

Es el quinto día ya, y no he sabido nada de ellos desde anteayer, no he comido, y lo único que queda es un poco de cerveza de hace dos días, es lo que he estado bebiendo y lo he racionalizado. Dos días sin saber de ellos. Creo poder escapar, pero no me atrevo.

Seis días en esta habitación y me he comido una rata, no es por hambre, sino por saber y saciar mi curiosidad de conocer el sabor de ellas. He tenido suerte, he encontrado junto a una esquina una botella de vodka, he comenzado a beber y me he relajado más.
Esta tarde, no he escuchado voz humana alguna, ¿Me habrán perdonado la vida?.
He descansado todo el día y entra la noche, ya que siento el frío y el sonido de la obscuridad me abriga por sexta ocasión.
Me han despertado una vez mas las voces y vuelven a discutir, han llegado y temo lo peor, pero no tengo la voluntad de seguir vivo, así sin temor he de morir, sin poner resistencia alguna.

Creí que la noche pasada iba a ser mi última noche, este es el séptimo día. Una semana de secuestro y tengo un dolor terrible de cabeza, como si me hubiesen golpeado toda la noche pasada, tengo moretones por todo el cuerpo.
No aguanto más, si moriré, que sea hoy, ya no aguanto más esta situación, así que hoy saldré.
La puerta siempre estuvo sin llave, jamás me atreví a abrirla.
He salido del lugar y el sol lastima mis ojos... y me aborrezco por lo que he visto...
Es diciembre y me he secuestrado por siete días.
¿Tanto así me odio? y más aún, no me atrevo a matarme.

By Blackwizard